La fiesta de Cholula: Honor a quien honor merece






De todas las fiestas religiosas habidas en México, la número uno corresponde a la de la Virgen de Guadalupe. El segundo lugar pertenece a la Virgen de los Remedios. Basta ver las huestes de peregrinos en las carreteras y caminos previo al 12 de diciembre, para darnos cuenta de la certeza del dato. Sin embargo, hay una cuestión histórico-cultural para que prevalezca esa diferencia.


La Virgen de los Remedios llegó a estas tierras en 1519, como un objeto de devoción de uno de los soldados de Hernán Cortés llamado Juan Rodríguez Villafuerte. La trajo de España, probablemente de Fregenal de la Sierra, en Toledo donde se le rendía culto desde el siglo VIII. Según refieren las fuentes históricas, la imagen presidió la primera misa, celebrada por el padre Bartolomé de Olmedo en la Villa Rica de la Vera Cruz. Una vez entradas las tropas hispanas en la gran Tenochtitlan, Cortés ordenó al soldado antes mencionado que colocara una cruz y la imagen de virgen en el Templo Mayor, en sustitución de las imágenes mexicas (Huitzilopochtli y Tlaloc) y fue venerada por los soldados españoles ante el asombro de los indígenas, según refiere Bernal Díaz del Castillo. Desde esos momentos comenzaría a ser conocida como la Virgen de la Conquista. O simplemente, La Conquistadora.

La noche del 30 de junio de 1520, conocida como la Noche Triste, los conquistadores sufrieron graves pérdidas a manos de los mexicas y tuvieron que huir en desbandada por la calzada de Tlacopan. El capitán Villafuerte, temeroso de que la santa imagen fuera profanada, la rescató del Templo Mayor, y antes de ser alcanzado por una flecha la ocultó debajo de un maguey. Sería encontrada en 1540 por el indígena Juan Ce Cuautli, quien la llevó a su casa en San Juan Totoltepec. La noticia llegó a los españoles, así como los nativos de origen otomí y tlaxcalteca, quienes erigieron una ermita en el cerrito llamado Otomcapulco, y pasados los años un Santuario en su honor, el cual se encuentra ubicado en Naucalpan, celebrando su fiesta el 8 de septiembre. La devoción a Nuestra Señora de los Remedios se extendió por todo lo ancho del Virreinato de la Nueva España, sobre todo en las clases altas como los criollos, los hacendados, los dueños de minas y comerciantes.

Poco a poco otra advocación mariana empezó a cobrar simpatías entre el pueblo sometido: la Virgen del Tepeyac, conocida entre los indígenas como Tonantzint-Guadalupe. Era una virgen morena. El cura Hidalgo no fue nada tonto cuando pasó por Atotonilco al inicio de la rebelión. Sabía que su ejército de forajidos y soldados rebeldes necesitaba una bandera, una bandera con la que el pueblo necesitara identificarse. Y por eso agarró el estandarte de la Virgen, y en su proclama no dijo, Viva la Virgen Tonantzint-Guadalupe, sino, Viva la Virgen de Guadalupe.

Regresando al tema, el culto a la Virgen de los Remedios y de cómo llegó a Cholula durante el Virreinato. Según refieren los cronistas, durante los años 1530 a 1590, los frailes del templo de San Gabriel (convertido con el tiempo en convento) ponían vez tras vez una cruz en la parte alta del Tlachihualtepec para santificar el lugar y así los indígenas dejaran de adorar a Tlaloc y Quetzalcóatl, pero las tormentas eléctricas destruían esas cruces. Sería la peste del cocoliztli –una mezcla de sarampión y viruela, además de salmonelosis– la que provocaría el surgimiento de la adoración de la Virgen de los Remedios cerca de 1590, ya que los indígenas comenzaran a implorar su ayuda. Y es para el año 1640 que ya estaba asentada una pequeña ermita. Sin embargo, sus principales feligreses eran los peninsulares y criollos, es decir, la gente con el poder y los descendientes de los conquistadores (quienes habitaban el área de San Pedro); después se añadió a la celebración la población sobreviviente indígena, mulata y mestiza (casi todo este grueso de gente vivía en San Andrés).

La unión de ricos y pobres, o españoles con los indígenas no fue del agrado de los primeros que decidieron adelantar la fiesta el 1 de septiembre. Se le conocería (acaso se le conoce todavía) como la Fiesta de los Ricos o de los Blancos. La fiesta correspondiente al 8 de septiembre, sería llamada como La fiesta de los pobres o del populacho.

Lo que más llama la atención de la adoración a la Virgen de los Remedios es su largo andar por los pueblos circunvecinos, por lo que se le conoce como la Virgen Peregrina. Hay una continua circulación de fieles por la zona arqueológica, santifican el espacio con el ir y venir de las imágenes de sus comunidades; dicho de otra manera: cuando baja la virgen, van por ella las imágenes de los pueblos, cuando sube, las mismas imágenes van a dejarla. 

De los cinco municipios que participan con sus comunidades San Pedro Cholula y San Andrés Cholula son los de mayores asistentes, luego le sigue Cuautlancingo, Ocoyucan y Atzompan. En cada uno de esos peregrinajes, como en cada una de esas fiestas en honor a la Virgen de los Remedios, hay un gran sistema de cargos donde se sienten bendecidos por ser mayordomos o por formar parte de la lista. Lo mejor de todo es ver cómo el pueblo se organiza con cooperaciones para las flores, los arcos, los cohetes, la comida y el trago.  

Si bien ha habido algunos ediles panistas en San Andrés y priistas-panistas-movimiento ciudadano de San Pedro que quisieron revivir esa disputa sobre la propiedad de la Virgen (es decir, que el Tlachihualtepetl pertenece a San Andrés y no a San Pedro Cholula), es un hecho que mucha gente suele jalar para el poniente, es decir, hacia el Convento de San Gabriel y los Portales; quizá porque allá pervive muchas construcciones coloniales, es un área más citadina, además tiene la Plaza de la Concordia que, dicho sea de paso, permite que el día 8 de septiembre se reviva el trueque. Por supuesto, antes del día 8, algunos sanandreseños matan su mejor vaca o toro para venderle la cecina, que sin lugar a dudas es el ingrediente principal para el famosísimo taco placero, ese taco conformado por un buen pedazo de cecina con grasita, una rodaja de queso poroso –conocido como queso de Chiautla–, las rajas de chile poblano de color rojo y las tortillas hechas a mano.

Es así como la familia cholulteca, sobre todo la católica, festeja a la Virgen de los Remedios. Y aunque haya gente que oficie otras creencias, comer el taco placero, el mole aguado de costillar y darse una paseada por la feria y allá tomarse un jarrito loco o esa bebida exótica conocida como Cholula en llamas, permite que esta fiesta siga viva. 


 



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