El instrumento más asombroso: el libro
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Tres de las religiones más importantes del mundo tienen su fundamento en un libro; el cristianismo en la Biblia, el judaísmo en la Torá y el Islam en el Corán. Incluso, para que la ciencia se impusiera como pensamiento hacia finales del Medievo, se necesitó del libro y su difusión, por eso nació la imprenta. Ni qué decir de movimientos históricos como la Revolución Protestante, Ilustración, la Enciclopedia, la Independencia de los países latinoamericanos, la Revolución Rusa y China, cada uno de éstos necesitó de un libro. Incluso, los personajes malvados de la historia como Hitler, Stalin, Pol Pot, entre otros, vieron al libro como su enemigo y buscaron la forma de acabar con este, creando grandes hogueras donde se les quemaba junto con sus lectores; cuando una dictadura se hace evidente, lo primero que se termina censurando son los libros, luego a los escritores y finalmente a los lectores (así que aquellos que dicen que ya vivimos una dictadura en México están bien mensos).
No hay peor inquisidor que un profesor no sepa de libros, y que solo trabaja para ganar dinero. Por eso me encabrona cuando veo a los chamacos leyendo como tarea, “El lazarillo Tormes”. Ese profesor, para mí es reverendo idiota, y lo que está generando es un individuo que al rato va a odiar los libros (es más, yo ni siquiera obligo a mis alumnos de licenciatura y maestría a leer ese libro a pesar de ser considerado una de las joyas de la literatura universal); ese profesor debería iniciar al alumno con los “Cuentos de la Selva” de Horacio Quiroga, o “Cuentos de fantasmas y apariciones” de Lafcadio Hearn; yo lo he hecho y me ha funcionado. Y si no sabe, que me invite a dar un seminario sobre lectura, que me contacte a través de mi mail, v.sorianotlachi@gmail.com o https://www.facebook.com/vicente.eguchi
También me molesta aquel lector presuntuoso que invita a leer “Cien años de soledad”, porque lo dejó emocionado. Para mí es otro reverendo idiota. Es como si fueras a una fiesta de aquellas que abundan acá en San Andrés y te sirven primero el Mole poblano, luego el arroz con las rajas aquellas de verdad deliciosas, y por último la sopa poblana. Estoy seguro que dirás: ¿ora qué mosca les picó? Hay libros que tienen ciertos procedimientos para leerlos y si no los sabes, pues contacta a un profesional, pero págale, no seas ojete, porque así como le pagas a un médico por tu consulta, también se le debe pagar al promotor de la lectura.
Si me preguntarán por los libros que cambiaron mi vida, mencionaría la siguiente lista, aunque pueda que tú tengas la tuya, pero en caso de que no, ojalá esta te sirva para que te hagas de un libro:
- Viaje al centro de la tierra (Julio Verne): allí nacieron mis ganas de explorar, de hacer el mundo mi territorio.
- La Ilíada y La Odisea: la lengua es un río.
- La Biblia: las mejores historias son las que se cuentan de forma sencilla.
- Cuentos de la selva (Horacio Quiroga): algún día hombres y animales viviremos en paz.
- Historias de fantasmas y apariciones (Lafcadio Hearn): me recordaron la vez de papá.
- Frankenstein (Mary Shelley: todos llevamos escondido un monstruo.
- El hablador (Mario Vargas Llosa): quiero contar historias.
- Cien años de soledad (Gabriel García Márquez): este libro me hubiera gustado escribir.
- Luz de Agosto (William Faulkner): esto es el sur.
- El vizconde demediado (Italo Calvino): todos estamos partidos a la mitad.
- Desgracia (J. M. Coetzee): el olvido no tiene punto de comparación con el desastre.
- Un asesino solitario (Elmer Mendoza): ¡carajo!, así que esto puede hacer la literatura.
- Confesiones de una máscara (Yukio Mishima): se trata de mí, de ti, de todos.
- La casa de las bellas durmientes (Yasunari Kawabata): el erotismo no tiene edad.
- Tokio blues (Haruki Murakami): literatura y música, qué combinación.
- Asesinos sin rostro (Henning Mankell): quiero ser un detective gruñón y que consume muchas tazas de café.
- Aura (Carlos Fuentes): la vida de la muerte.
- Patrimonio (Philip Roth): las historias más verdaderas vienen de familia.
- Trilogía de Nueva York (Paul Auster): el detective no se hace en la academia, sino por azar.
- Seda (Alessandro Baricco): entre más breve, mejor.
Si me preguntarán cuántos libros he leído en lo que va este 2021, les diría que uno cada dos días (a veces me leo uno diario). Han pasado más de 120 días, así que vayan haciendo sus cuentas. Y los leo mientras voy en la combi al trabajo, en las noches de insomnio. Es una pasión que disfruto y es una pasión que comparto cuando me invitan a hablar de libros.
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